No todos los puestos de trabajo son iguales, por lo que no todos los suelos pueden ser iguales. Es necesario que el suelo se adapte a cada una de las actividades que se desarrollan en cada una de las zonas de trabajo. Por ejemplo si trabajamos en una oficina, en la que existe poco riesgo de que se formen grandes manchas o se derramen líquidos, podremos instalar pisos de hule en rollo de moqueta, que además le aporta calidez a la estancia.
En plantas automáticas de fabricación en las que apenas hay gente un suelo de hormigón pulido será suficiente, ya que no será necesario instalar la maquinaria en alguna zona confortable.
En talleres y líneas de producto en las que habrá gente trabajando tal vez también se pueda colocar un suelo de hormigón, aunque si hay riesgo de que se viertan líquidos o grasas un pisos plásticos y de hule permitirá que la limpieza de los derrames sea más sencilla gracias a las características aislantes e impermeables que posee.